Hay acontecimientos que nos “rompen” en ocasiones áreas de nuestras vidas, otras, ella misma. Nuestros sueños o proyectos, estallan en mil pedazos. Son duelos y como su nombre indica, duelen. En esos momentos, la desolación, el dolor nos invade de forma intensa. Surge el impulso de reparación, esa reacción de accionar estrategias, cambios para sentirnos bien lo antes posible. Ocurre biológicamente y neurológicamente, por ejemplo, ante una fractura o herida, y por supuesto, también a nivel emocional.
La reacción natural: Sanar las heridas
Existen diversas maneras de querer sanar, lo antes posible, y con el menor dolor nuestras heridas emocionales. Otras veces, anclando ese dolor y enquistándolo, haciendo que no siga un proceso adecuado de sanación. ¿Por qué no curamos esas heridas emocionales? ¿por qué no utilizamos un proceso adecuado para ello? Existen tantas respuestas como personas heridas.
Algunas de ellas no tienen consciencia de que poseen recursos adecuados para poder desinfectar y sanarlas, otros carecen de “ese botiquín” ya que no han tenido experiencias previas y no saben del poder de recuperación de nuestra psique humana. Otros desoyen los síntomas y su proceso, mitigando o adormeciendo las sensaciones de malestar, enfocándose en otras alternativas o vivencias para no mirar aquello que duele. Otros se aferran a ese dolor, haciéndolo formar parte de ellos, convirtiendo el sufrimiento como una parte más de ellos.
La capacidad de sanación de la mente
Nuestra mente tiene un gran potencial para poder recuperarse del dolor emocional, pero es necesario sentir la seguridad de que tenemos esa capacidad para sanar. Conserva fuerza y energía para cuando necesites curar esas heridas emocionales, no vivas en el miedo a sufrir. Ya decía Buda, “el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”. Evidentemente en nuestra historia vital, habrá acontecimientos dolorosos, que, aunque nos duelan, son necesarios para crecer y evolucionar. El sufrimiento es lo que podemos evitar.
Esos ¨..y si…¨ donde diseñamos miles de escenarios, en muchas ocasiones, caóticos, son los que nos desgastan y debilitan, alimentando el miedo a sufrir, minimizando nuestro potencial y sobreestimulando funciones cognitivas agotándolas sin necesidad.
Reconstruyendo paso a paso
Reconstruir la vida, sanar heridas emocionales es un proceso, y como tal, requiere un tiempo, unas fases. Existe ese primer momento de ¨desconcierto y caos” donde las preguntas de lo pasado no obtienen respuestas…la desesperación y el miedo toman el timón. En esos momentos, es bueno mirar a ver con quién cuentas, en quien te puede apoyar, confiar y tomar fuerzas. Puedes contar con familiares, amigos, psicólogos. Es necesario tomar perspectiva de lo sucedido, de ver cómo seguir, por qué camino, rediseñar un nuevo mapa de ruta, qué se necesita para ello, con quién se cuenta…
Transitar ese dolor inmenso, la tristeza y el miedo…y conectar con la confianza y la seguridad de que se puede levantar y reconstruir lo destruido. Es el cerrar los ojos a ese dolor, el no querer verlo o sentirlo, cuando impedimos ese proceso de sanación. En esta fase, elegimos anclarnos al dolor, o tomar decisiones para la recuperación. Aceptar que la vida ha cambiado. Esa aceptación no implica que te guste lo que ella te plantea.
Abriendo paso a nuevas posibilidades
Ese cambio conlleva pérdidas de lo que había, pero también nos ofrece nuevas posibilidades que pueden surgir. Siendo conscientes de ello, comienza la cicatrización. No podemos focalizarnos solo en lo que se ha perdido, es necesario abrir “el zoom” para ver las oportunidades.
Paso a paso, comienza a recoger esos pedazos, viendo cómo recolocarlos, si alguno de ellos quieres soltarlo, o colocarlo de otra forma y manera. Analiza lo ocurrido, extrae un aprendizaje de ello y toma consciencia de la fortaleza emocional para superar esos momentos. No hay que dejarse ¨secuestrar por las emociones” sino aprender de lo ocurrido y crecer a través de ello.
Propuestas terapéuticas para la reconstrucción emocional
- Terapia individual: Trabaja con un psicólogo para explorar tus emociones, aprender habilidades de afrontamiento y desarrollar estrategias para sanar las heridas emocionales.
- Mindfulness y meditación: Estas prácticas te ayudarán a mantener la atención en el presente, reduciendo la rumiación y el estrés, y fomentando la aceptación de tus emociones.
- Terapia de grupo: Compartir experiencias con otros que han pasado por situaciones similares puede brindar apoyo, validación y nuevas perspectivas.
- Ejercicio físico: La actividad física libera endorfinas y reduce el estrés, contribuyendo a tu bienestar emocional.
- Técnicas de relajación: Aprende técnicas de respiración profunda, relajación muscular y otras prácticas para reducir la ansiedad y el malestar emocional.
- Escritura terapéutica: Llevar un diario o escribir cartas a ti mismo/a puede ayudarte a procesar tus emociones y reflexionar sobre tu proceso de sanación.
- Enfoque en el autocuidado: Practica el cuidado personal, asegurándote de descansar, nutrirte adecuadamente y participar en actividades que te den placer.
- Visualización creativa: Imagina un futuro positivo y cómo te ves superando los desafíos, lo que puede ayudarte a generar esperanza y motivación.
- Terapia de arte o expresión creativa: Utiliza el arte, la música u otras formas creativas para explorar y comunicar tus emociones de manera no verbal.
Recuerda, el camino hacia la reconstrucción puede ser desafiante, si sientes que solo no puedes, nuestro equipo de EPSYDE puede ayudarte. https://epsyde.com/psicologia-zaragoza/